La llegada del mes de septiembre significa para muchos el final del periodo veraniego y la vuelta a la rutina escolar, laboral y, en definitiva, existencial. Indudablemente los veranos actuales nada tienen que ver con los de hace veinte o treinta años, cuando las ciudades madrileñas se quedaban totalmente vacías de coches y de gente y todas las familias pasaban el largo y cálido verano, principalmente, en los pueblos de origen de sus ancestros.
En la actualidad, como tantos otros hábitos de vida, eso ha cambiado casi por completo, tanto por los destinos vacacionales tan diversos como por el tiempo fraccionado en una semana, fines de semana o cortos periodos de días. Por ello, ahora lo de “veranear en el pueblo” es algo propio de la serie televisiva “Cuéntame”, un recuerdo de los que vivimos muchos “veranos azules” al tiempo que las costas españolas se iban degradando brutalmente a golpe de asfalto, ladrillo y blanqueamientos de dinero.
Tras esta nostálgica introducción, retomo las alusiones al mes de septiembre, que en las ciudades madrileñas tiene connotaciones de prolongación vacacional con motivos de la celebración de las respectivas fiestas patronales de cada municipio. En el fondo ese periodo festivo sirve para vivir realmente el verano en la propia ciudad.
En nuestro caso, se acercan un año más las fiestas de Parla. Prácticamente todos los Ayuntamientos de todos los colores y tendencias políticas han reducido drásticamente la partida destinada a las fiestas patronales, básicamente en lo relativo a conciertos musicales y festejos taurinos. Ayuntamientos mucho más solventes y prósperos que el de Parla, tanto grandes ciudades como pequeños y medianos municipios, han recortado drásticamente sus presupuestos para las fiestas de este año, en el caso de los conciertos musicales, reduciendo al mínimo el número de famosos grupos y cantantes contratados y dando paso a grupos más noveles, no tan conocidos popularmente e infinitamente más económicos de contratar. Una manifiesta austeridad en todos los municipios acorde con los tiempos que corren.
Pero como narraba la introducción de los cómics de Astérix: ¿en todos?. ¡¡¡No!!! ¡Existe uno llamado Parla donde, un año más, el despilfarro a manos llenas vuelve a caracterizar las fiestas patronales!.
Pues efectivamente una vez más Parla vuelve a dar la nota, negativa como casi siempre, y el Ayuntamiento tira la casa por la ventana en la contratación de artistas musicales de elevadísimo caché y los primeras espadas taurinos de más renombre. Seremos los más pobres, con menor renta per cápita y con más parados de toda la Comunidad de Madrid, pero hay que ser espléndidos para que Bustamante, Melendi, Lolita, los intermediarios y compañía se llenen los bolsillos con el dinero de los parleños. Eso sí, al año que viene otro subidón del IBI y nuestro Ayuntamiento nos trae a Alejandro Sanz y Julio Iglesias para que disfruten “gratis” todos los parleños.
Claro que está muy bien poder asistir gratis a los conciertos de relevantes estrellas nacionales de la canción. No es cuestión de gustos, aunque a Parla vinieran Pink Floyd, U2 o Bruce Springsteen y la entrada fuera gratis, me parecería una aberración, porque la presunta gratuidad final para el espectador no es tal y camufla un despilfarro tremendo y descerebrado en algo de lo más banal y ocioso como es un concierto musical.
En muchos municipios desde siempre se ha optado por poner un precio barato, diez o quince euros a las entradas de los conciertos musicales de las fiestas, lo cual es más lógico y sensato porque está al alcance de cualquier bolsillo y no erosiona las arcas públicas.
Alguno dirá que a él no le gusta leer y sin embargo tiene que pagar proporcionalmente los gastos originados por las dos bibliotecas de Parla. O que nunca ha llamado a los bomberos de Parla y también tiene que pagarlos. O que nunca va a los parques y tiene que pagar a los jardineros. Y así con otras muchas cuestiones relativas a la vida de una ciudad. Vamos a ver, para los cortos de mente y analfabetos funcionales, son cuestiones que no tienen nada que ver y teniendo en cuenta las carencias tan enormes que tenemos en Parla, resulta bochornoso y sonrojante comprobar que en una semana de fiestas se ha gastado una exagerada cantidad de dinero que daría mucho de sí si fuera invertido en los distintos servicios públicos, reducir la morosidad municipal de los impagos a empresas, arreglar calles, polideportivos, mejorar la seguridad, y mil y una cuestiones más de las necesidades diarias del municipio.
Con el asunto de los conciertos y las corridas taurinas como telón de fondo, se pone también de relieve que el programa de las fiestas de Parla, al igual que todos los años, es rancio, escaso, raquítico, pobre, insípido. Se limita a los costosísimos conciertos, un par de procesiones, encierros, corridas y cuatro cosas más.
No todo se basa en no mover un dedo ni esforzarse en organizar unas fiestas de verdad y contratar a cuatro cantantes famosos a golpe de talonario.
Hay que apostar por un modelo de fiestas más participativas, originales y creativas. Más actividades deportivas como carreras de bicicleta de montaña, de atletismo, maratón de fútbol sala, concursos de fotografía y pintura rápida, actividades vecinales, concursos gastronómicos a nivel popular, potenciar las fiestas a nivel de los barrios, implicar a los niños y jóvenes en actividades lúdicas, etc. Y muchas más posibilidades innovadoras y dinamizadoras que exigen dedicación y entrega para que las fiestas resulten más abiertas, participativas y baratas.
Pero en Parla muchas de las asociaciones de esa difusa maraña de organizaciones satélite del Ayuntamiento sólo existen a la hora de poner el cazo para coger el dinero público y a cambio ser dóciles, fieles y serviles con quien les subvenciona. Ejemplo de ello es que en las pasadas Fiestas del Agua celebradas en junio, se organizaron unas comidas populares en algunos barrios pero no a cargo de los vecinos ni de las asociaciones, sino de empresas de hostelería contratadas por el Ayuntamiento. Sí, la paella estaba muy buena, pero mejor si se implican los vecinos y las asociaciones y no una empresa privada pagada con la chequera municipal.
No es ético ni moral continuar con esta dinámica derrochadora que caracteriza año tras año a las fiestas de Parla. Más coherencia, sentido común y sensatez.
Csi 50 kilos para los cantantes este año en Parla. Ahi va lo que se lleva cada uno:
ResponderEliminarViernes 10: David Bustamante_______PRECIO: 38.000 €
Sabado 11: Despistaos_____________PRECIO: 24.000 €
Domingo 12: Lolita _______________PRECIO: 30.000 €
Lunes 13: Cantajuegos(infantil)_______PRECIO: 35.000 €
Martes 14: Lunnis(infantil) __________PRECIO: 14.000 €
Miercoles 15: Grupos locales y Rock (Avalanch, asfalto y Jorge Salan(ex-de mago de oz))_PRECIO: 23.000 €
Jueves 16: Sergio Contreras_________PRECIO: 25.000
Viernes 17: Melendi ______________PRECIO: 52.000 €
Sabado 18: Sergio Dalma ___________PRECIO: 33.000 €
Suma total: 274.000 €
En Parla, aparte del despilfarro, es tremebundo el clientelismo político y la cultura de los estómagos agradecidos consolidadas a lo largo de décadas.
ResponderEliminarDentro de unos meses las urnas nos brindan la oportunidad de intentar extirpar este tumor maligno que tenemos por gobierno municipal.
¿Lo lograremos?
Lo espero fervientemente porque si vuelve a ganar esa gente será desolador para todos, ¡excepto para ellos, claro!
Hola,
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