domingo, 29 de noviembre de 2009

EJEMPLO DE LA INUTILIDAD MUNICIPAL: UN AÑO DESPUÉS













Entre estas dos imágenes ha transcurrido un año. En efecto,  un año después de tomar la imagen del tramo de acera hundida en el parque lineal de Parla, que bordea la A-42, volví al lugar de tantos desastres y falta de mantenimientos que es el citado parque, desde su inicio hasta el final, todo un cúmulo de despropósitos que lleva el inconfundible sello de  denominación de origen "MADE IN PARLA". Podían ser tantos y tantos los rincones de Parla en lamentable situación que no se daría abasto en arreglarlos tras décadas de dejadez y despilfarros. Así que de manera simbólica he querido contrastar como ejemplo estas dos imágenes.









En dicho parque todo continúa igual de degradado: tramos de acera hundidos, enormes charcos que muestran un tremendo derroche de agua, tramos de riego rotos, los mismos árboles secos, casi todos los olivos muertos o sin podar desde hace años, basura, escombros, fallos garrafales de diseño, etc, en definitiva, mala gestión y dinero y esfuerzos derrochados a manos llenas, algo ya habitual cuando la firma del consistorio parleño planea sobre algo, peor que el caballo de Atila.









En el tramo de acera que está más hundida, tras un año en este estado lamentable y, a la vez, peligroso, el Ayuntamiento se ha limitado a señalizar el tramo con dos conos y ….....“si te he visto no me acuerdo”. Por supuesto el Ayuntamiento no ha realizado ni un solo arreglo, hay que contribuir a la ruina de Parla, que ya es más que crónica.










Causa estupor e indignación la manifiesta inoperancia y desidia del Ayuntamiento de Parla. ¿A qué puede aspirar una ciudad cuyo Ayuntamiento no es capaz ni de arreglar este mínimo desperfecto durante más de un año?. Pues a la podredumbre y a la miseria.



jueves, 26 de noviembre de 2009

PARO EN PARLA: ORÍGENES DE UNA HECATOMBE SOCIAL












El pasado sábado 21 de noviembre, al pasar por la cosmopolita plaza de la estación de Parla, había unos jóvenes haciendo entrega del papel que encabeza estas letras, y que hacía alusión a una concentración de protesta  para reclamar que se solucione la actual situación de crisis y desempleo que, en su caso particular, estaba haciendo mella muy seriamente en sus vidas.



Charlando con ellos afirmaron que no pertenecían a ningún partido político y simplemente estaban desesperados porque hacía ya muchos meses que no encontraban trabajo, que eran carnaza de la mundialmente famosa cola del paro en la calle San Blas y que tenían la desgracia de ser parleños, lo que todo ello conllevaba implícitamente en un municipio donde poco a poco lo normal es casi estar desempleado. Así que habían decidido tomar  la iniciativa de hacerse oir y clamar al cielo por una desgracia que afecta a los parleños más que a ningún otro ciudadano de cualquier otro municipio.






Entrar a juzgar y analizar las causas de todo el desastre socioeconómico y los dramas humanos que hay detrás de cada puerta de estas desafortunadas personas, podría dar mucho de sí porque es una situación que ha venido gestándose a lo largo de muchos años y que conduce al mismo culpable: el Ayuntamiento de Parla. Años de despilfarros, de privatizaciones masivas, de desastres urbanísticos que han ido alimentando el monstruo del paro y la pobreza. Años de dinero tirado en caprichos equinos al estilo de Calígula, de Audis municipales, de inútiles e ineptos cargos de confianza cobrando sueldos millonarios, de dejar al municipio tan abandonado que de ningún modo resultase atractivo a las inversiones de capital privado que siempre iba a todos los municipios vecinos menos a Parla.






Años, décadas de nepotismo, de entender que el medio ambiente se reduce a sintasol verde, flores de un día, alcorques adoquinados y palmeras millonarias. Décadas de permisividad y pasividad municipal con todo tipo de infracciones ciudadanas, de fealdad urbana, de falta de criterios urbanísticos racionales, de faraónicas obras que han sido un pozo de gastos sin fin con tal de aparecer en efímeras fotografías mostrando falsas sonrisas. 



En definitiva, una locura municipal sin parangón que ahora se traduce en miseria y desgracias, que se retroalimenta de desesperanza por falta de alternativas ante el estallido de una burbuja inmobiliaria en la cual España se hallaba inmersa desde hace muchos años y que pocos querían reconocer como tal ni preveer su abismal descenso a los infiernos de la pobreza y la marginación social derivada del desempleo crónico. Porque Parla, es masivamente una ciudad donde gran parte de sus habitantes estaban ligados a trabajos de escasa o nula cualificación o vinculados al sector de la construcción que se derrumbó a la par que el estallido de la monstruosa burbuja inmobiliaria.





Es lo que hay, no pueden aspirar a más por su escasa formación y  cualificación. "No skills, no work", que citan los economistas anglosajones para mostrar que en el conjunto de la economía mundial, se requiere una capacidad de metamorfosis y adaptación a cada nueva situación planteada por los vaivenes de la economía y sus ciclos. Y quien no está educativamente formado ni cualificado, ni habla idiomas ni se recicla profesionalmente, tiene todas las de perder. Es fácil enunciar la receta, pero para gran parte de las personas ya es tarde.


 


En un contexto global de competitividad y alta cualificación, España se está quedando fuera de juego y Parla ejemplifica el extremo negativo de todos esos problemas implícitos.   




Jamás se ha creado excelencia en Parla, sólo un engendro fagocitador de almas humanas, un suburbio con corazón de ladrillo y hormigón, donde sobrevivir y volver a dormir cada dura jornada de los afortunados que aún tienen trabajo.


lunes, 16 de noviembre de 2009

POLÍGONO INDUSTRIAL CIUDAD DE PARLA: DRAMATICA REALIDAD





































































Corría el año 1988 cuando, ante el agotamiento del suelo industrial en los municipios del área metropolitana del sur de Madrid, el organismo público estatal SEPES (Sociedad Entidad Pública Empresarial de Suelo), promovió la creación del polígono industrial Ciudad de Parla, para de este modo habilitar suelo de cara a la hipotética implantación de nuevas empresas. Después de casi 22 años en los que ha tenido lugar la mayor fase expansiva y de creación de riqueza de la economía española, para cualquier persona que se dé una vuelta por sus calles, el estado actual del polígono industrial Ciudad de Parla vuelve a ser un vivo reflejo de todos los graves problemas que acucian al municipio y todas las cosas que se han hecho mal a lo largo de las últimas dos décadas, e invita a pensar que semejante lugar no es posible que esté en España, sino en algún lugar indeterminado de un país subdesarrollado, por no decir del Tercer Mundo.









¿Cómo es posible que más de dos décadas de prosperidad, los mejores momentos de la economía española, hayan pasado de largo por este lugar sin apenas dejar rastro?. Sin lugar a dudas una de las causas principales está en el desinterés en el fomento de la implantación de empresas a cargo de los dirigentes políticos locales, claramente en favor de la desaforada y masiva construcción de pisos que reportaba, en apariencia, beneficios más rápidos, el “ladrillazo”. Como en tantos otros lugares de España donde ha estallado la burbuja inmobiliaria, y se ha demostrado que el ladrillo generaba una economía ficticia e irreal que no contribuía a crear ningún tejido productivo duradero, en Parla todos los dramas socio-económicos se multiplican exponencialmente.









Como mencionaba al comienzo, el polígono industrial ciudad de Parla fue resultado de la actuación de la sociedad estatal SEPES hace ya casi dos décadas. Por lo tanto, no es muy antiguo y su ubicación es óptima desde un punto de vista estratégico, pero ni las peores expectativas esperaban que esta zona industrial nunca acabara de despegar ni consolidarse, pues es patético ver que la mayoría de las grandes parcelas desde hace años permanecen vacías y llenas de basura y escombros, cada vez hay más naves en venta, las naves existentes en su mayoría son cochambrosas, y la suciedad y decrepitud del lugar es galopante. Da verdadero asco transitar por sus calles llenas de basura, escombros y desperdicios, así que en esas circunstancias ni a un loco se le ocurriría instalar su empresa en Parla.









Incluso en los años económicamente buenos que ha habido, existiendo en otros lugares gran actividad industrial e inmobiliaria, en este polígono nadie ha querido invertir nunca, así que se componen sus actividades básicamente de pequeños almacenes y tiendas, los omnipresentes comercios de chinos, talleres de reducidas dimensiones y naves con iglesias de la más variada y exótica identidad religiosa. Las penosas comunicaciones de Parla y la escasa mano de obra cualificada hacen el resto y condenan al polígono a su ocaso y declive.