martes, 5 de octubre de 2010

CRISIS, IMPAGOS Y DESPILFARROS EN LAS COMUNIDADES DE VECINOS


















Me comentaba un amigo, administrador de fincas de Parla, que en su larga trayectoria profesional, jamás había visto semejante cantidad de morosos como la que existe en la actualidad en las comunidades de vecinos y que la solución en apariencia no existía, al margen del correspondiente proceso judicial, y va camino de agravarse seriamente, puesto que en gran medida va ligada al presunto crecimiento económico y la creación de empleo que deberían producirse en algún momento del cercano futuro.



El alto coste de las cuotas mensuales de comunidad sumadas a las derramas correspondientes provocan un oneroso desembolso pecuniario a vecinos cuyas rentas, por lo general, son de cuantía media y baja. Es la paradoja resultante cuando se construyen pisos de protección oficial con gastos de comunidad incluso mayores que los de cualquier lujosa urbanización de clase alta, puesto que independientemente de la ubicación geográfica de las viviendas, los gastos en suministros energéticos y mantenimiento de los elementos comunitarios, en caso de haberlos, son iguales en todas partes.

La mayor parte de los edificios de los últimos desarrollos urbanísticos de Parla fueron proyectados con criterios de INSOSTENIBILIDAD energética y medioambiental, lo que se traduce en despilfarro de recursos: agua, luz, mantenimientos, etc. que repercuten directamente en el bolsillo de todos los vecinos en forma de elevadas cuotas de comunidad. Criterios de rancio desarrollismo en estado puro. En ningún momento se requirió que los proyectos presentados cumplieran ciertas normas básicas en lo referente a la orientación solar de las fachadas, aislamientos térmicos y acústicos, iluminación natural interior, generación de energía solar en todos los edificios, ahorro lumínico con temporizadores y bombillas led, vegetación arbustiva en vez de césped natural, riegos por goteo o por escorrentía, puertas anti-incendios con mirillas que dejaran pasar la luz a los rellanos, etc.

Todos estos aspectos vienen a poner de relieve mayor calidad de vida a menor coste. Detalles que ni al constructor, ni a los propietarios por repercusión, no les hubieran supuesto ningún relevante incremento del coste final. Nada, cada cual construyó lo que le vino en gana a sabiendas que no se le requerían medidas medioambiental y energéticamente ahorradoras.  Así que sin atender a criterios de eficiencia el resultado es que nada más entrar a vivir hay que afrontar unos elevados gastos en energía, tanto particulares como comunitarios, y mantenimientos de diversa índole.

Es verdad, la energía no se crea, se transforma. Pero tenemos que entender que estamos hablando de emisiones y de eficiencia energética en un ámbito muy importante como son las de las ciudades desde el punto de vista de sistemas y  entes consumidores y no productores de energía, con lo cual el ahorro y la eficiencia energética deberen erigirse en factores prioritarios y fundamentales exigibles a las viviendas. ¿Porqué no promover desde la Administración Local acciones que fomenten el ahorro energético y la sostenibilidad medioambiental?. Por ejemplo, rebaja del IBI a los edificios que instalen energía solar o que cambien el césped por otras especies más resistentes y frondosas, vías de iluminación natural,  cambio de alumbrado por otro más eficiente, etc. Al igual que se subvencionan la construcción de ascensores en edificios que carecen de ellos, o el cambio a electrodomésticos más eficientes, también se deberían subvencionar las reformas que impliquen medidas correctoras y ahorro energético en edificios de viviendas. 



Y si es verdad que en España no somos "sostenibles" desde el momento que se han ocupado y construido ingentes extensiones de suelo con efectos exclusivamente especulativos y teniendo en este país unos costes en energía y telecomunicaciones muy caros que no nos hacen nada competitivos en el contexto mundial, tenemos que entender que diseñar, construir y vivir con criterios de eficiencia energética no sólo es deseable sino imperiosamente necesario.

Otra historia son la conciencia y los hábitos personales de consumir, reciclar y derrochar desaforadamente, que dependen de cada uno. Sin duda vivir en una vivienda y un entorno racionalmente diseñados y energéticamente eficientes, repercute de manera muy directa en la salud y la economía particular del usuario y de toda una comunidad vecinal.

1 comentario:

  1. Hola, Ciudadanos de Parla.

    De nuevo da Vd. en el clavo.

    ¡Lástima que no pinche más que a un puñado de personas concienciadas que poco o ningún poder de decisión tenemos!

    Efectivamente Parla, y concretamente Parla Este es profundamente insostenible. Sé nota que el redactor del artículo es un experto en arquitectura y urbanismo pero no hace falta ir a estudiar a Salamanca para ver, por ejemplo, cómo proliferan los condensadores de aire acondicionado en las fachadas de esos monstruos de 12 plantas de Parla Este.

    Yo nunca habría proyectado edificios en altura en Parla, ni diseñado las viviendas sin pre-instalación de climatización, ni previsto el aislamiento justo para cumplir la norma, ni dejado rellanos sin luz natural, ni...

    Pero yo soy yo y hay que ponerse en las pieles del promotor, la dirección facultativa, la constructora y los responsables de la Administración Pública.

    Los tres primeros son máquinas de ganar dinero preocupadas constantemente por sus beneficios y el último es un pasota que no tiene que preocuparse por nada y no vigila, aunque tiene la obligación de hacerlo, porque ya saca el dinero que le hace falta y mucho más desde su poltrona de abuso sin mover un dedo. ¿Y de donde viene la mayor parte del dinero? pues de la base de la pirámide. Ahí es donde está el gran esfuerzo social español y parleño, en esos trabajadores que limpian váteres, reponen estanterías de supermercado, cargan sacos de escombro... y además crian hijos y algunos consiguen hasta pagar su hinchada cuota de comunidad.

    En España, y atrozmente en Parla, es así. Y ahora la pirámide se tambalea ante la crisis. Y esto es porque la pirámide se ha ido convirtiendo con el tiempo en un sólido = resistencia (esa forma geométrica que tienen algunas construcciones en la que cada capa inferior es la mínima que hace falta para resistir lo que tiene encima).

    Esta pirámide ya casi no resiste a que fallen más elementos de la base. ¿Y quiénes son los que van a elevar el grito al cielo cuando todo se vaya al garete?

    ¿Acaso los morosos y deshauciados?
    No. Ya no tienen nada que perder. El que pasa hambre es porque no puede comer y da igual que deba ocho que ochenta.

    ¿Acaso los de la cuspide?
    No. Son precisamente los únicos que por su perspectiva y posición en altura pueden volar a la cima de otra pirámide aún en buen estado, paraísos fiscales, lugares más ricos, etc.

    Los que más perdemos somos los que estamos a medio camino entre la base y la cúspide y cuya vida ha estado marcada por el dificilísimo ascenso en la pirámide sin importarnos sobre qué y sobre quién nos ibamos sustentando y, sobre todo, sin caer en la cuenta de que no llegaremos nunca arriba por muchos años que vivamos.

    No estoy de acuerdo con Vd. en que les habría costado lo mismo a los promotores tener en cuenta la eficiencia energética (salvo algun detalle como la orientación). A ellos les ha salido así mucho mayor el margen de beneficio (económico claro) y eso es fácilmente demostrable: Ante un precio previamente pactado sobre plano ¿cómo gano más dando calidad controlada o dando el mínimo obligatorio?

    Esa es la lucha por ascender en la pirámide sin preocuparse de que lo que hacen es contribuir a acercar el día de su destrucción cuando la mayoría de la gente de la base tire la toalla.

    Un saludo.

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