Corría el año 1988 cuando, ante el agotamiento del suelo industrial en los municipios del área metropolitana del sur de Madrid, el organismo público estatal SEPES (Sociedad Entidad Pública Empresarial de Suelo), promovió la creación del polígono industrial Ciudad de Parla, para de este modo habilitar suelo de cara a la hipotética implantación de nuevas empresas. Después de casi 22 años en los que ha tenido lugar la mayor fase expansiva y de creación de riqueza de la economía española, para cualquier persona que se dé una vuelta por sus calles, el estado actual del polígono industrial Ciudad de Parla vuelve a ser un vivo reflejo de todos los graves problemas que acucian al municipio y todas las cosas que se han hecho mal a lo largo de las últimas dos décadas, e invita a pensar que semejante lugar no es posible que esté en España, sino en algún lugar indeterminado de un país subdesarrollado, por no decir del Tercer Mundo.
¿Cómo es posible que más de dos décadas de prosperidad, los mejores momentos de la economía española, hayan pasado de largo por este lugar sin apenas dejar rastro?. Sin lugar a dudas una de las causas principales está en el desinterés en el fomento de la implantación de empresas a cargo de los dirigentes políticos locales, claramente en favor de la desaforada y masiva construcción de pisos que reportaba, en apariencia, beneficios más rápidos, el “ladrillazo”. Como en tantos otros lugares de España donde ha estallado la burbuja inmobiliaria, y se ha demostrado que el ladrillo generaba una economía ficticia e irreal que no contribuía a crear ningún tejido productivo duradero, en Parla todos los dramas socio-económicos se multiplican exponencialmente.
Como mencionaba al comienzo, el polígono industrial ciudad de Parla fue resultado de la actuación de la sociedad estatal SEPES hace ya casi dos décadas. Por lo tanto, no es muy antiguo y su ubicación es óptima desde un punto de vista estratégico, pero ni las peores expectativas esperaban que esta zona industrial nunca acabara de despegar ni consolidarse, pues es patético ver que la mayoría de las grandes parcelas desde hace años permanecen vacías y llenas de basura y escombros, cada vez hay más naves en venta, las naves existentes en su mayoría son cochambrosas, y la suciedad y decrepitud del lugar es galopante. Da verdadero asco transitar por sus calles llenas de basura, escombros y desperdicios, así que en esas circunstancias ni a un loco se le ocurriría instalar su empresa en Parla.
Incluso en los años económicamente buenos que ha habido, existiendo en otros lugares gran actividad industrial e inmobiliaria, en este polígono nadie ha querido invertir nunca, así que se componen sus actividades básicamente de pequeños almacenes y tiendas, los omnipresentes comercios de chinos, talleres de reducidas dimensiones y naves con iglesias de la más variada y exótica identidad religiosa. Las penosas comunicaciones de Parla y la escasa mano de obra cualificada hacen el resto y condenan al polígono a su ocaso y declive.
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